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Es en las crisis donde los seres humanos ponemos en evidencia la esencia de nuestra personalidad, la más íntima y genuina, aquélla que ocultamos o maquillamos en la diaria rutina. Cuando las cosas salen de control o nos sentimos amenazados, actuamos con el impulso de las fuerzas básicas que provee nuestra naturaleza individual sin mediar los convencionalismos sociales.
Sucede lo mismo con los sistemas o regímenes de gobierno. Mientras el entorno social y político está bajo control, sin riesgos ni cuarteaduras peligrosas, quienes detentan el poder se dan baños de pureza democrática, toleran las críticas cuando son inofensivas y reconocen a los contrarios que no representan un peligro real. Pero en las crisis reales actúan conforme a su verdadera naturaleza, la que acciona los mecanismos sencillos y los más complejos del sistema, todo a costa de lo que sea con tal de preservar el poder.
Hago este rodeo explicativo para llegar a los dos temas que han ocupado la atención de los mexicanos en días recientes. Me refiero al fracaso de la iniciativa ciudadana por la Ley 3de3 y a la represión del movimiento magisterial en el sureste del país.
En el primer caso, el fracaso de la Ley 3de3, la original, la que firmamos más de 500 mil ciudadanos, se puso en evidencia el temor de la clase política que gobierna al país ante la posibilidad de perder la facultad para enriquecerse desde el poder sin rendir cuentas a la sociedad, sin difundir la evolución de sus fortunas personales o familiares.
Funcionarios y legisladores, principalmente del PRI pero también de otros partidos, se sintieron amenazados por la iniciativa ciudadana que hubiera puesto candados y límites al enriquecimiento ilegítimo que disfrutan muchos de ellos.
La iniciativa original de la Ley 3de3, es cierto, no hubiera sido suficiente para erradicar la corrupción pues ésta tiene mil vericuetos por donde aflorar, pero sí hubiera sido un gran avance hacia un control más eficiente de la clase política que hoy como nunca se muestra insaciable, ávida de privilegios y enriquecimiento ilícito.
Después de posponer varias veces su respuesta real, los dirigentes de diputados y senadores oficialistas se quitaron la máscara y ofrecieron su verdadero rostro anulando la parte esencial de la iniciativa ciudadana. De paso aprovecharon para meter miedo y burlarse de los empresarios a los que amenazaron con lo mismo: Exigirles la 3de3.
Represión
La lucha contra el magisterio independiente que se opone a la Reforma Educativa quemó sus opciones políticas, de negociación, y obligó al sistema político a quitarse la máscara y expresar su naturaleza represiva.
Unos en la cárcel, otros baleados, muchos más golpeados y amenazados, exhibidos como turba violenta, los opositores a la Reforma Educativa han visto de frente y muy cerca el rostro verdadero de un sistema político que admite cualquier oposición light o discursiva, menos aquella que amenace realmente su permanencia.
Fuera máscaras han dicho los "operadores políticos". Es hora de enseñar el puño y golpear duro, allí donde duela. Esa es la verdadera naturaleza de un régimen legitimado con campañas de publicidad y negociaciones con las otras esferas de poder.
Un asunto que no es solo de "malos"
Una de las justificaciones más burdas e inadmisibles que el gobierno mexicano en sus tres niveles -Presidencia de la República, gobernadores, alcaldes, funcionarios de alto, medio y bajo pelo- es la que pretende reducir la escalada de violencia criminal a un pleito entre "gente mala", porque los "buenos" están a salvo.
Hoy Cd. Obregón, como Sonora y en general como la mayor parte del país, se estremece por los hechos de violencia criminal que siembra cadáveres y derrama sangre en las calles que un día fueron limpias y apacibles.
No sólo los fallecidos o heridos, también sus familias, sus amigos, los inocentes que estaban cerca del lugar de los hechos -la ejecución-, quienes ven las noticias y sienten temor, todos son víctimas de la violencia que algunos pretenden reducir a un simple ajuste de cuentas entre "malos".
Algún día alguien se estremecerá al saber que con esta irresponsabilidad y desfachatez se pretendió eludir la responsabilildad de quienes desde los gobiernos están obligados a detener estas masacres.
