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Propuesta de EPN: Conspiración contra la familia y la sociedad

Dr. Armando García Avendaño
Viernes 27 de Mayo de 2016
 

Ahora sí,  quienes están detrás de la Perspectiva de Género se tiran a la yugular en México. Peña Nieto tiene que pagar el precio a los que lo llevaron a la Silla Presidencial. En Sonora se dice “para eso me gustabas”. Es el personaje perfecto en el lado obscuro de la historia de México para proponer tal aberración. Le dijeron: “psst, psst, ¿a dónde?, antes de que te vayas…”. Obviamente no surge de su magín donde habitan en la indefinición  los tres libros que han marcado su vida; pero sí de su docilidad para alinearse, o alienarse? Y lo hizo!!!!

Los autores intelectuales juzgaron propicio el momento y a la sociedad suficientemente mentalizada para dar el asalto final. Y es que las más perversas ideologías han tenido siempre una parte buena, una parte de verdad que logra la aceptación general o cuando menos mantiene apagadas las alarmas que advierten del peligro. Es ésta la faceta que más se exhibe, que se agita como bandera y motivación de la propuesta; pero se oculta o disimula la parte corrosiva, en este caso desintegradora del matrimonio y la familia, que es inaceptable y repulsiva para la inmensa mayoría. Y esta parte perversa es la intención de cambiar un principio básico fundado en el más inconmovible de todos los derechos: el Derecho Natural extraído del orden observado en la Naturaleza, a saber, que del ser humano existen dos versiones: la masculina y la femenina; que la humanidad tiene dos tipos de individuos: el hombre y la mujer. Sin dejar de lado que en la natural atracción que existe entre los sexos, no opuestos, sino diferentes y admirablemente complementarios, se den excepciones.

Estamos de acuerdo en que estas excepciones deben ser respetadas y las personas que las sienten no deben ser discriminadas por ésta ni por ninguna otra causa. Sin embargo,  es inadmisible pretender, y querer imponer la idea contenida en la Perspectiva de Género, que ya nadie debe referirse más a “sexo” para distinguir a los diferentes individuos de nuestra especie, sino que en adelante ha de hablarse de “género”, y esto, porque da cabida a una tan nueva como absurda clasificación: gays, lesbianas, bisexuales, travestis, transexuales y otras que seguramente seguirán surgiendo. 

Y habrá que aclarar que hay una abismal diferencia entre preferencia y conducta. Nadie es responsable de sus preferencias; pero todos somos responsables de nuestra conducta. Alguien podrá tener preferencia por la mujer de su vecino, hasta le podemos creer que no lo puede evitar; pero si se mete con ella, esta conducta tiene consecuencias y ahora no solo él es responsable sino también ella. Consecuencias imprevisibles para cada una de las familias, para la comunidad en la que vive, para la sociedad toda. Consecuencias legales, etc. Se sale del ámbito privado, afecta a otros. No se puede decir: “cada quien sus preferencias”.

Quien acepte esto incluido en la píldora de los derechos humanos y la no discriminación, tiene que saber el objetivo final. Estos innovadores le llaman pomposamente “deconstrucción social”; porque consideran que las diferencias entre hombre y mujer son una “construcción social”, es decir, no pertenecen a la naturaleza de cada individuo, sino que han sido impuestas por patrones sociales por los que nos determinan a representar roles preestablecidos aún en contra de nuestras preferencias.

Alguien podrá decir: —Bueno, pues si hay gente que se siente oprimida por lo que es y no quiere serlo más, pues que elija ser lo que quiera y todos en paz. Es así como podría parecerles a muchos, como un pacto de no agresión. Cada quien su vida. Sería una conclusión harto ingenua, si se cree que esto es lo que se nos propone.

Si estos planteamientos lograran pasar por la opinión pública con la apariencia de derechos humanos, como un caballo de Troya con un contenido increíblemente virulento para los pilares fundamentales de la sociedad, el paso siguiente, —que ya se está dando resueltamente—, es que a través de activos organismos internacionales orquestados por la ONU este planteamiento tenga carácter de ley obligatoria para todos los países afiliados, con categoría supranacional que desconoce la soberanía de cada país. Los gobernantes que no queriendo ser señalados como disidentes del discurso cultural dominante firmen en nombre de sus pueblos estos tratados se están comprometiendo a aceptar todo el paquete.

En este paquete está incluido el adoctrinamiento, que a los adultos podrá parecer inocuo por tener el criterio ya formado; pero hay ya textos preparados para niños desde preescolar en que se ilustra con dibujos la supuesta diversidad y “naturalidad” de “preferencias” propuesta por la Perspectiva de Género. Para grados más avanzados la repetición de conceptos que encuentra eco constante en lo que oyen en la música, y ven en las películas y series de televisión, podrá hacerles caer, primero en la confusión y luego en la crisis de identidad sexual; meta buscada con calculadora astucia, para que un adolescente, con sensación de gran autonomía, llegue al punto de “decidir” qué quiere ser entre la diversa gama propuesta y; para que le sugieran maliciosamente al oído: “¿por qué no pruebas de todo?”

 En el paquete están incluidos también los “programas de capacitación para docentes”, que en realidad son un filtro para eliminar a los maestros que haciendo uso de su sentido común y de su sensatez se resistan a aceptar el absurdo y perverso esquema. 

Nos preguntaremos cómo una ideología tan torcida puede imponerse hasta tal punto. Bueno, si volvemos los ojos al curso de la Historia, encontraremos, ideologías absurdas y perversas, —aunque no tanto como ésta—: el nazismo, el comunismo, que se han impuesto por la fuerza de las armas. La actual está siendo impuesta por la fuerza de las leyes. Leyes que pasaron sin resistencia las fronteras y defensas nacionales por su apariencia de derechos humanos y que ahora son exigibles y tienen carácter obligatorio.

Y por supuesto, la aplicación de la ley juega a favor de la “Inquisición gay”, muy atenta a cualquier manifestación de disidencia en las opiniones y conceptos, que toma cualquier transgresión como delito de lesa humanidad y así, aquellos que clamaban tolerancia para sus diferencias, ahora se han vuelto la viva representación de la intolerancia y la dictadura gay.

¿Acaso todo este movimiento tiene como meta favorecer a los gays? Por supuesto que no. En realidad los traicionan. Los gays, todas sus variantes, sus derechos y su destino tienen muy sin cuidado a los cerebros de esta estrategia que desde las cumbres de la ONU promueven la Perspectiva de Género a través de Convenciones Internacionales como la IV Conferencia Mundial de las Naciones Unidas sobre la Mujer, realizada en septiembre de 1995 en Pekín, donde fue planteada por primera vez. 

 Estos estrategas de la “reingeniería social” tienen enfiladas sus baterías contra la familia y ven muy conveniente servirse del movimiento gay, coreando sus desfiles de orgullo homosexual, publicando cada “matrimonio gay” que representa el logro de un Estado más que desbarra plasmando en sus leyes tal aberración; ensalzando en los principales medios a aquellos personajes que gozan de cierta popularidad y han decidido “salir del closet” entre aplausos, lágrimas y emotivos gritos de “¡¡waau!!,  ¡¡qué valiente!!,  ¡¡qué auténtico!!”.

Nunca les dicen la verdad sobre el gravísimo riesgo que tienen las relaciones homosexuales en la transmisión de enfermedades tan peligrosas como la hepatitis C y particularmente el SIDA, no sólo por las características contranaturales y antifisiológicas de estas relaciones sino sobre todo por su promiscuidad. Y cuando enferman, ya no les dan más el apoyo y los halagos de que venían gozando. De hecho, como ya no les sirven sino les incomodan por ser testimonios contraproducentes, los abandonan a su suerte en alguna Institución en donde mueren olvidados.

Contraponen el esquema de géneros al hecho incontrovertible, corroborado por  la Naturaleza, de que el humano es un ser sexuado; usan la figura del “matrimonio gay” para equipararla al auténtico matrimonio, en el intento de confundir y desvanecer su importancia y su valor. Siendo que esa unión es tan absurda que no aplica de ningún modo: 1) No puede llamarse matrimonio porque el término implica un compromiso de la sociedad con la madre, es decir una mujer y su hijo o hijos, que es el binomio fundamental para la familia y por ende para la sociedad; pero también el más vulnerable y por tanto el más necesitado de protección por medio de tal institución. 2) No aplica, porque un cometido tan importante como la mutua complementación entre los cónyuges es la procreación y una unión homosexual es incapaz de generarla. 3) Tampoco, porque la esencia del matrimonio es la perdurabilidad y la exclusividad, necesarias para la educación, y las uniones homosexuales son fortuitas y promiscuas. De hecho, ya con las puertas de la legalidad abiertas son contados los que recurren al “matrimonio gay”. En realidad los únicos interesados son los promotores de la Perspectiva de Género por el potencial de  desintegración social y moral de dicha “figura legal”.

Qué tristeza que quien debiera representar los más altos intereses de la Nación esté ya infectado por este siniestro virus y que alguien en quien ha sido confiada por  la sociedad y por la Patria una altísima responsabilidad y por vocación personal está llamado a defenderla, no solo solape conductas de flagrante injusticia en perjuicio de nuestros niños y jóvenes sino que las favorezca y promueva.

Para sustentar esta ideología se apela a los principios democráticos con que se rige nuestra República, ignorando o intencionalmente ocultando que la gran mayoría de los padres estamos en total desacuerdo con esas tendencias que quieren tomar tintes de novedad cuando las creíamos ya superadas, porque han estado históricamente presentes como signo inequívoco de la decadencia y ruina de poderosas y “desarrolladas” civilizaciones.  

Sin embargo, podemos entender que siendo gobernante o funcionario del que se espera una postura al respecto,  se considere una locura disentir del discurso cultural dominante sostenido por renombrados y poderosos organismos internacionales y  como en la fábula “El traje nuevo del Emperador” de Andersen, sea muy difícil sustraerse a las grandes y generalizadas presiones que se dan en forma de reconocimientos personales hasta de nivel internacional, y se hace la vista gorda ante los hechos más evidentes. Cuando alguien se atreve, no solo pierde todos sus privilegios y grandes beneficios, sino que es señalado como ignorante, anacrónico, homófobo. Curioso binomio: miedo-simpatía; temor al poder y deseo de obtener algo de él: el síndrome de Judas.

Por eso no es de extrañar que nuestro Presidente se apurara a  expresar en su propuesta, que en caso de que existiera entre los mexicanos una forma diferente de pensar, como por ejemplo padres de familia que reclamaran su derecho de elegir el tipo de información y educación que en esta materia quisieran dar a sus hijos, le sorprendería tanto tal atrevimiento que esos audaces deberían ser considerados “violentos”, y con esto deja ver a las claras que en su criterio los únicos que no tienen derechos humanos son aquellos que están a favor de la familia tradicional. 

Suena ya la hora en que los propios padres, conscientes de nuestro deber y de nuestro derecho, tomemos acciones decididas para defender a los que amamos. Dejamos de esperar de aquellos que debieran salvaguardar a la familia, a la sociedad y a la Patria, que no reaccionan y aún nos traicionan ante enemigos tan peligrosos como extraños a nuestra esencia nacional. 

Es inevitable recordar el compromiso que renovamos al entonar nuestro Himno Nacional: 

“Más si osare un extraño enemigo profanar con su planta tu suelo, piensa, oh Patria querida, que el cielo un soldado en cada hijo te dio”. 

 

Dr. Armando García Avendaño

garmando_2001@yahoo.com.mx


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