Adiós a las ideologías

Hace algunos años, los políticos de derechas o izquierdas o de posiciones centristas, mantenían interesantes debates, donde predominaba el posicionamiento ideológico auténtico, cada quien tras su trinchera exponiendo las argumentaciones que desde sus puntos de vista, justificaban sus propuestas para orientar la economía, la educación, la política social, entre otros aspectos.

Actualmente en nuestro agobiado y sobre explotado país, predomina prácticamente en todos los partidos políticos con o sin registro, sin olvidar los temibles poderes fácticos,  un pragmatismo esquizofrénico por el control del poder, como medio para arribar como sea, a pesar y en contra de quien sea, a la riqueza económica, podemos observar, ya con cierta naturalidad, que a la casta gobernante, solo eso les importa.

Al político típico mexicano le gusta la comodidad, la buena vida que les permite el control del erario público, por eso cuando escuchan voces críticas, hablar de lo justo, lo correcto, transparencia y buen gobierno, se alarman y hacen lo imposible porque esas críticas no sean escuchadas, invariablemente la mayoría de esos personajes políticos a las que les gusta la comodidad y la buena vida, no producen nada, no educan a nadie, no sanan, no orientan, no informan, luego entonces, son unos parásitos que exprimen en su beneficio y de sus cercanos, el presupuesto público, sin merecer obviamente tal privilegio.

 Que consecuencias produce la pérdida de valores éticos en la política mexicana por parte de sus más visibles representantes?

Las tenemos a la vista: descomposición del tejido social, que se refleja en violencia generalizada, finanzas públicas en el fango, injerencia descarada en asuntos internos por parte del gobierno norteamericano, participación de la delincuencia organizada en los tres niveles de gobierno y un larguísimo etcétera.

Pero…¿tan alarmante situación está en vía de ser permanente?  ¿Existe la luz al final del túnel?

Afortunadamente y aunque sea de manera marginal, existe un activismo social democrático que incluye las diversas posiciones ideológicas, que cuestionan seria y severamente a todos los protagonistas de la política nacional, se cuestiona a quienes se consideran de izquierda y no son lo progresistas y democráticos con que se jactan en sus discursos, hasta los conservadores que no son tan honestos, ni tienen tan buenos hábitos como presumen, pero lo más importante, ese activismo social, en el que participan analistas, reporteros, autodefensas, maestros, estudiantes, entre otros importantes sectores, tienen con sus ideas y sus cuestionamientos, contra la pared, a quienes se consideran propietarios naturales de todo lo existente en nuestro territorio nacional y esa actitud crítica sumamente activa, conforma un espejo que está proyectando nuestra realidad a nivel internacional.