Al que no quiere oír los razonamientos que expusimos sobre el riesgo que enfrenta un político de más de 70 años que pretende ser gobernador, ni quiere analizar los hechos, no hay manera de hacerlo comprender. Hubo dos lectores con una opinión desquiciada: que Gandhi y Churchill asumieron responsabilidades políticas a avanzada edad, como Gándara, alegan.
Es una herejía comparar a este Gándara acusado formalmente de corrupción con aquellos varones, sin contar con la preparación política de ambos y con su moral política. No brincaron de un partido a otro como el candidato de aquí, de priista a panista.
Otro descubrió el hilo negro: que siga adelante Gándara porque todo ser humano muere cuando Dios quiere. Tomen nota los lectores de este descubrimiento. Y uno más, que no habría mayor problema pues si muere, hay procedimientos rápidos para sustituirlo. ¡Qué cortedad de pensamiento, señor! Al parecer imagina que hay una tienda con refacción de gobernadores: el señor gobernador se murió anoche mientras dormía, vete a la tienda por uno nuevo.
Veamos qué tan rápidos son los procedimientos.
Si se muere el gobernador en los dos primeros años del sexenio (en caso de “falta absoluta”, dice el artículo 74 de nuestra Constitución, lo que abre la posibilidad de que por accidente o embolia u otra enfermedad quede imposibilitado), la Ley considera estas posibilidades:
a) Si el Congreso del Estado se encuentra en funciones, nombra un gobernador interino que tomará posesión diez días después del nombramiento (¿quién manda en esos diez días? ¡Misterio!). En ese lapso, el mismo Congreso convocará a elecciones para nombrar al mandatario interino que terminará el periodo; estas elecciones deben efectuarse en un mínimo de seis meses y un máximo de 8. Si el Congreso no está en funciones tiene que convocar a toda la legislatura para que se reúna y proceda con el trámite explicado. El asunto difícilmente puede calificarse, así, de rápido.
¡En resumen, una nueva elección, otra bronca electoral si se nos llegara a morir don Javiercito en los dos primeros años! Y eso no es todo. Para elegir al interino se necesitan dos tercios de los votos de los legisladores. Hace varios trienios que un partido no reúne por sí solo esos dos tercios. ¿Cree usted que se llegaría a un acuerdo si el PAN, como es lógico, quiere uno del PAN y el PRI uno del PRI?
b) Si la falta de gobernador ocurre en los últimos cuatro años del sexenio, si el Congreso está en funciones elige un gobernador sustituto para que termine el periodo; si no está en funciones, la Comisión Permanente nombra un gobernador provisional mientras se reúne toda la legislatura y nombra al gobernador sustituto a quien le entregará el provisional.
El escollo será el mismo: estos nombramientos deben hacerse por dos tercios de los votos, lo que implica lo imposible: alianzas entre partidos que no querrán que la elección favorezca a uno de los contrarios.
En cualquiera de esos casos habrá que esperar sentado los acontecimientos.
Un lector más, de los que cree que la ancianidad de don Javiercito no es obstáculo para colmar sus ambiciones, me cuenta que su padre (el padre del lector, no el de don Javiercito, que ya falleció) tiene dos cirugías de corazón, 73 años de edad y podría gobernar. Es una gran fortuna contar con su señor padre y saber que está sano y que es apto para gobernar. Sugiere que se prepare y le entre a la elección de 2021.
En apoyo a mis argumentos, ayer mencioné más de una docena de gobernadores que fallecieron estando en el poder más uno que se murió al iniciar la campaña y otro que era ya electo y se suicidó. Hice hincapié en los casos más cercanos en el tiempo. Recordé también al ingeniero Rodolfo Félix Valdés, de Sonora (1985-1991) que sufrió una embolia y tuvo que delegar funciones en sus colaboradores, es decir, dejó de ejercer a plenitud sus deberes de gobernador.
Si hay quienes no quieren, pese a esos ejemplos, prevenir a don Javiercito, allá ellos. Yo cumplí.
carlosomoncada@gmail.com
