¿La agresión del líder del PAN fue aislada o es el principio del plan general de violencia?
El allanamiento de las oficinas de la delegación de la Secretaría de Comunicaciones y Transporte por la fuerza, mediante la destrucción de los cristales de la puerta, por una turba de pelafustanes encabezados por el líder panista Juan Bautista Valencia, no se puede ver como un acto aislado. Es imposible aceptar, simplemente, que a este señor se le calentó la sangre de buenas a primeras, y ante el temor de caer a la cárcel por los fraudes cometidos en connivencia con Javier Gándara Magaña, juntó a varias docenas de vagos y se fue a insultar a los funcionarios de la SCT y a destruir bienes de la Federación. No lo habría hecho sin la autorización de su jefe, Guillermo Padrés.
Más lógico es considerar esta agresión como la primera de un plan general de violencia ya aprobado por el gobernador y su candidato, para sembrar el miedo y el desorden y pescar el triunfo electoral a río revuelto.
Recuérdese que la instancia facultada para declarar quién ha ganado la elección es el Instituto Estatal Electoral, donde cuatro de los siete consejeros son empleados del gobernador. Aunque los resultados favorezcan a Claudia, como lo anuncian ya las encuestas auténticas, podrían declarar victorioso a Javier Gándara por mayoría de votos. Los partidos de oposición presentarían un recurso ante el Tribunal Estatal Electoral, cuyo presidente se halla también al servicio del gobernador. Habría que pelear el caso en el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación.
Padrés, Javier Gándara y demás bandidos no sólo se mueven por amor al poder sino también por el temor de caer a la cárcel si los procesan, y peor aún, por el pánico de que los hagan devolver lo que se han robado.
Los líderes panistas van por el mundo disfrazados de blancas ovejas. Son, dicen, enemigos de la violencia. Pero los antecedentes indican lo contrario, como bien lo recuerdan los habitantes de Agua Prieta, San Luis Río Colorado, Puerto Peñasco y Guaymas, entre otros municipios. En todos ellos dejaron una larga lista de edificios y vehículos quemados, inmuebles particulares destruidos, vecinos golpeados, negocios saqueados.
Los sonorenses estamos en peligro y es mejor aceptarlo de una vez, para vivir lo que falta del proceso electoral con las previsiones necesarias.
Lo trágico de la situación es que de todos los funcionarios incondicionales de Padrés, el máximo conocedor de las tácticas de violencia es nada menos que el secretario de Seguridad, Ernesto Munro, precisamente quien debería inspirarnos confianza y tranquilidad.
Es difícil creer lo anterior porque a primera vista parece un caballero ecuánime y sensato. Pero cuando aspiró a ser presidente municipal de Puerto Peñasco y resultó derrotado, lanzó contra aquella comunidad la más intensa ola de violencia de que se tenga memoria en la historia de las elecciones en Sonora. Era entones gobernador Rodolfo Félix Valdés, y candidato a sucederlo, Manlio Fabio Beltrones.
Quizá será útil recordar en los próximos días los detalles de la pesadilla que vivieron entonces los rocaportenses. Quizá.
“SI TE VIENEN A CONTAR COSITAS MALAS DE MÍ…”
Como en la canción, mientras la oposición le golpea el rostro con pruebas documentales para probar sus actos de corrupción, Javier Gándara se limita a decir que no, que no es cierto.
Es igual que si el ladrón al que atrapa la policía dentro del comercio asaltado, con medio saco lleno ya del botín, le dijera al juez penal: “No es cierto, no es verdad lo que le dicen”.
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