|
Era demasiado bello para ser verdad. Uno presentaba su solicitud, Aempreson les gestionaba el crédito a cambio de que le concedieran la mitad del dinero y la otra mitad sería para los "beneficiarios" quienes no tendrían necesidad de pagar un cinco.
"Es dinero regalado, es un proyecto del gobierno federal y los préstamos son a fondo perdido", asi nos decían y con esa seguridad firmamos los documentos del crédito que ahora nos cobran, comenta uno de los timados con ese fraude.
Todos ellos son personas de la tercera edad, pensionados la mayoría, pero ahora les descuentan el cheque de la pensión para que abonen a la deuda contraída.
No podemos ni meter las manos, dice una señora, a través de la clave interbancaria nos descuentan el pago mensual y así nos quedamos sin el sustento que nos daba la pensión.
Aempreson fue la autora del fraude, pero en esto también tuvieron un papel activo los representantes de bancos y parafinancieras que estaban al acecho de los beneficiarios para convencerlos de que eran la mejor opción donde depositar el préstamo obtenido.
Todos nos ofrecían sus servicios y pues era fácil caer porque todo parecía normal, dice un hombre casi anciano. "Y ahora ya me quedé sin la pensión, no hallo la puerta, no tengo ni para comer, todo me lo descuenta el banco".
Así, angustiados por la presión de bancos y financieras, llegaron a Palacio Municipal a pedir un apoyo de las autoridades para que se solucione el problema y Aempreson asuma el pago por los fraudes que cometió.
"Ya no se llama Aempreson, ahora es Cunefi, pero son los mismos, tienen su sede en Tijuana", precisa Alfredo Chávez Andujo, dirigente del Movimiento Nacional de Unidad Revolucionaria S 21, organización que agrupa a los fraudeados.
Reunidos en la explanada de Palacio Municipal forman una comitiva para que se entreviste con el Alcalde o el secretario del Ayuntamiento.
En esas están cuando se estaciona una camioneta elegante de la que bajan precisamente el alcalde Faustino Félix y el secretario Armando Alcalá.
FF se acerca a ellos, los saluda y después de un breve intercambio de palabras, les ofrece el apoyo jurídico y político del Ayuntamiento para resolver el problema.
"Lo haremos con gusto y no les va a costar ni un centavo", les promete y sus palabras conmueven al grupo manifestante.
"Ay, qué lindo", dice una señora al punto de las lágrimas y todos aplauden, confiados en una solución cercana al problema que hoy les roba el sueño y la esperanza de una vejez tranquila, sin la deuda onerosa que no pueden pagar.
