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Desde hace unos días, cuando empezó a intensificarse el acoso de yaquis aliados al PRI y al gobierno estatal contra los habitantes de la Loma de Bácum que rechazan el gasoducto, empezó también a "filtrarse" la versión que habla de un conflicto interno, limitado a dos grupos indígenas, los que apoyan y por otro lado los que rechazan esta obra.
La versión pronto se ha difundido en medios de comunicación y analistas ligados a los gobiernos locales y el estatal.
Pero es evidente, nadie puede negarlo, que el conflicto ha escalado hasta llegar a la tragedia de este viernes debido a la actuación del director de la empresa IEnova, el priista Carlos Daniel Fernández, que siguió construyendo el gasoducto en territorio de la Loma de Bácum violando así el amparo federal concedido a las autoridades tradicionales de esa comunidad para que se detuviera dicha obra.
La actuación de la empresa IEnova ha sido apoyada con la activa participación del grupo yaqui en el que participan militantes del PRI quienes apenas hace uno o dos años luchaban contra el Acueducto Independencia, y que dejaron de hacerlo cuando su partido regresó al Gobierno del Estado.
Las provocaciones, el hostigamiento contra los pobladores de la Loma de Bácum siguieron creciendo y pese a la advertencia de una inminente tragedia, como la ocurrida hoy, las autoridades hicieron caso omiso y eso alentó acciones más radicales por parte de los "defensores" del gasoducto.
Hoy nadie puede argumentar que el hecho es un conflicto interno y pretender así lavarse las manos. Hay sangre derramada de gente inocente, y nadie puede decirse ajeno a la tragedia.
