• Banner
  • Banner
Miércoles 24 de Abr de 2024
El tiempo - Tutiempo.net

De San Ignacio Río Muerto a La Loma de Bácum

Alejandro Mungarro Daniels
Domingo 23 de Octubre de 2016
 

A escaso dos días de que se cumplieran  41 años de la tragedia de San Ignacio Rio Muerto (23 de octubre de 1975), se suscita  otra tragedia que  golpea y enluta a la sociedad sonorense, a la comunidad del Valle Del Yaqui, específicamente a la Loma de Bácum.

El primer informe del suceso de la Loma de  Bácum dice “es un conflicto interno de los miembros de la Tribu yaqui”, y esto dentro de un concepto de Nación como se le considera al territorio yaqui.

Hay quienes consideran que el desenlace de este conflicto pudo haberse evitado, como sucede en muchos casos, por medio  del dialogo .Pero al parecer éste estuvo ausente, no se dio.

Sin embargo esta muerte hará historia para el Gobierno de Sonora, tal como lo hizo la tragedia aquella de 1975, en San Ignacio Rio Muerto en la que  murieron siete campesinos, que en ese tiempo  solicitaban tierras. A más de varios heridos y otros tantos detenidos.

A la Ddistancia de aquel suceso de 1975, muchos son los que aún se preguntan si valió la pena la muerte de siete campesinos, como se tendrá que preguntar ahora si  valió  también la pena la muerte  de este indígena de la etnia yaqui.

Con la muerte de aquellos campesinos de San Ignacio Rio Muerto, a los pocos días el gobierno federal  decretó la expropiación de alrededor de 100,000 hectáreas de terreno agrícola, entre los  valle del Yaqui y Mayo, para entregarlos a los campesinos que habían entablado aquella lucha por  tener un pedazo de tierra  y tal vez como después se diría, se colaron en ella muchos que no sabían nada del campo.

Esta medida si bien beneficio a muchos campesinos, trajo consigo graves resabios a quienes se les afectó.

Sin embargo, la firma de aquel decreto de expropiación estuvo manchada de sangre.

Juan de Dios Terán Enríquez, Rogelio Robles Ruiz, Benjamín Robles  Ruiz, Rafael López Vizcarra, Miguel Gutiérrez L., Enrique Félix Flores y Gildardo Gil Ochoa, fueron los que dieron su sangre aquella madrugada  del mes de Octubre en el Block 715 del Valle del Yaqui, para que se firmara ese decreto, cuando al decir de muchos testigos y sobrevivientes de aquella tragedia, las balas provenientes de la armas de los hombres de Francisco Arellano Noblecia, acabaron  con sus vidas.

A poco más de cuatro décadas de aquel suceso, lo más triste de la tragedia que enluta a la tribu yaqui es que el conflicto se dé entre ellos mismos, tal vez por alguna mano  que de lo profundo de la oscuridad maniobre para la división entre ellos, contraponiéndose a la unidad por la que lucharon sus antepasados y lograron darles la herencia histórica que debe contar como gran riqueza entre sus haberes.

La imagen de Juan María Leyva Pérez “Cajeme”,  de Juan Maldonado Waswechi “Tetabiate”, se ven opacadas hoy, no por signos que debieran enorgullecerse a la tribu, sino porque trastocan el legado histórico que ellos con sus liderazgos políticos y militar engrandecieron a la tribu y a su nación.

Tal vez los que lidereen a los pueblos en conflicto de esta etnia  evoquen  la sabiduría de aquellos antiguos guerreros y logren resarcir las heridas que se han causado, de lo contrario correrán el riesgo de  dar pasos  agigantados hacia el pasado oscuro y grotesco que a punto estuvo de extinguir a la tribu, cuando hombres llenos de ambiciones, se aposentaron en esta nación, no importándole sus  hombres, mujeres, ancianos y niños, sino sus bienes tangi bles, en este caso sus tierras.

Es indudable que se tiene  que dar  paso a la modernidad y al progreso y el progreso debe también alcanzar a la Nación Yaqui, pero este debe darse entre  varias dosis de mesura y esto entre todas les partes que se involucran.

El Gobierno del Estado sí tiene capacidad de diálogo, ya lo ha demostrado.

Política de Privacidad    Copyright © 2006-2024 InfoCajeme.com. Todos los Derechos Reservados.