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Hasta el domingo 5 de junio la figura política de Manlio Fabio Beltrones parecía irreductible, todopoderosa. ¿Quién si no Manlio era el salvador de la hegemonía priista? ¿Y a quién, después del Presidente de la República, había que pedir su intervención para un favor, un empujoncito, un apoyo?
Pero a partir del domingo en la noche, la suerte del sonorense parece venida a menos. Bastó un día de elecciones y siete derrotas en siete estados para que la fuerza del político sonorense empezara a declinar, a ponerse en duda hasta por sus más fieles admiradores acá, en su tierra.
Aunque el electorado donde ganó la oposición no votó contra Beltrones, sino contra Enrique Peña Nieto, la factura (y la fractura) debe pagarla el líder priista; el Presidente jamás.
Por acá en Sonora muchos priistas están tristes. Pero también hay otros que están muy alegres, confiados en poderse sacudir la tutela que les impuso Beltrones en los años recientes.
Por lo pronto el de Villa Juárez ya hizo pública la posibilidad de su renuncia a la presidencia del PRI, lo que podría venir, dijo, después de reunirse con el consejo político del partido.
Sólo un factor favorece a Beltrones: A su alrededor no se ve a ningún priista encumbrado que pueda exhibir la capacidad negociadora que ha mostrado Beltrones cada vez que se le ha requerido. No será fácil sustituirlo, aunque sus enemigos piensen lo contrario.
Chamaquearon al PRI
vanguardia.mx
Mientras Manlio Fabio Beltrones, líder nacional del PRI, evadía los señalamientos aludiendo en todo momento a la inmadurez, la juventud del líder nacional del PAN, Ricardo Anaya, en las urnas daban una verdadera “chamaqueada” al priísmo arrebatando varias gubernaturas en las elecciones 2016.
Displicente en la actitud y el verbo, ante los ataques de Anaya en el debate con Joaquín López Dóriga, la única salida de Beltrones era enfatizar la edad y “poca experiencia” del panista, a quien sólo argumentaba que los negativos presentados no serían tales en el balance sexenal: Espérate al fin de sexenio para comparar los logros del PRI en su regreso a Los Pinos contra los 12 años de administración panista.
Dueño del escenario, con tablas para la argumentación, con décadas en primera línea en la política nacional, el priísta restregaba al joven Anaya que debía informarse, documentarse… y que de lo que el panista decía, él tenía la ventaja de haber estado presente físicamente, de haber participado en esos procesos y decisiones. Siempre con una sonrisa con la que trataba de mostrar superioridad.
Ante esta actitud, Anaya recordaba que habían sido invitados a un debate, y que por lo mismo Beltrones no debía escabullirse en las palabras y eternas promesas para evitar los señalamientos. Para entonces, después de medianoche, aunque apretados los resultados, mostraban tendencias favorables al PAN.
Agustín Basave, líder del PRD, fue más bien como un comentarista de medio tiempo.
Anaya confrontativo, totalmente frontal: Abrió criticando fuertemente la ausencia de Andrés Manuel López Obrador. "No da la cara, y la ciudadanía es lo menos que merece".
Nadie atendió a los llamados del panista a “ponerse los guantes”. Manlio no dejó su sonrisa; Basave, la distancia… Anaya la seguridad de haber dado la “campanada”, de lo que los conteos después confirmarían: El PAN sacudió no sólo al PRI, sino al 2018. Una sorpresa para muchos.
