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Música para escuchar en 2011

Javier Martínez Rosas / x-remo@hotmail.com
Lunes 27 de Diciembre de 2010
 

Inicia un año nuevo, renace la esperanza, se renuevan propósitos, se estrena agenda. Algunas personas ya han planificado diferentes actividades a realizar durante el año, incluso qué libros leer o qué películas ver. Pero, ¿conoce usted a alguien que seleccione la música a escuchar? Yo no. No lo he hecho antes, pero me parece buena idea y éste año lo haré.


Se puede escuchar muchísima música en un año, pero sólo me comprometeré a escuchar algo por mes. Lo demás, será libre de acuerdo a mis intereses y humor del momento. Después de un rato pensando sobre cuáles obras pudieran ser, me di cuenta de que ocupaba de algunos criterios de elección ya que el universo es abrumador. Decidí entonces tres: 1) que se conmemore el cincuentenario, centenario o bicentenario de la obra, y/o  2) que tenga relación con las conmemoraciones y dedicaciones del año,  3) que no se repita compositor.

Mi agenda quedó de la siguiente manera, y serían mis recomendaciones para escuchar este año:


Enero: Sonata para piano no.7 “Misa blanca”, de Scriabin
Se conmemora el centenario de su composición. Es una sonata de un solo movimiento de la que Alexander Scriabin se sintió muy orgulloso. En toda la música de éste compositor se percibe cierto misticismo, y ésta obra en particular se caracteriza por su “luminosidad” y momentos de éxtasis, sin perder la sobriedad. El mismo compositor la subtituló Misa blanca.

Febrero: Petrushka, de Stravinsky.
Este año Petrushka cumple cien años. Se trata de un ballet, y es una de las obras más importantes y originales de Igor Stravinsky. En cuatro escenas, cuenta la historia de tres muñecos humanizados. Petrushka, el personaje principal, se disputa con otro el amor de una bailarina. Los personajes y las escenas son identificables a través de la genial música que es riquísima en contrastes de ritmo, color y carácter.

Marzo: Sinfonía no.2, de Borodin
La ONU ha llamado al año 2011 como el Año Internacional de la Química. Aleksandr Borodin fue un químico y un compositor. Consideraba más importante su trabajo como químico que como músico; se llamaba a sí mismo “compositor dominguero”. Y sin embargo, fue por su música su trascendencia. Su segunda sinfonía es su obra más grande y está llena de elementos folclóricos rusos con un brillante sonido orquestal.

Abril: Sinfonía no.2 “Resurrección”, de Mahler
Este año se conmemora el centenario del fallecimiento de Gustav Mahler. Su segunda sinfonía es una obra de dimensiones colosales en cinco movimientos para orquesta completa, coro mixto, órgano y ensamble de percusiones. Pero más que por sus dimensiones, impacta por su gran profundidad. En la obra se medita y reflexiona sobre la muerte, la vida y Dios. Luego de la pérdida de la fe, viene el resurgimiento: “yo soy de Dios y retornaré a Él”. El final es conmovedor, representa el encuentro con el amor de Dios. Es una indiscutible obra maestra que trasciende sus enormidades técnicas e impacto estético para alcanzar el espíritu de quién escucha.

Mayo: Waldszenen (Escenas del bosque), de Schumann
La ONU también ha dedicado el 2011 a los bosques, esos lugares que en el imaginario colectivo son un santuario de misterios y bellezas, pero que tristemente siguen desapareciendo del planeta a un ritmo avasallante ante el insaciable hombre depredador. Robert Schumann compuso éste álbum de nueve piezas cortas, en donde logra evocar el espesor y misterio del bosque.

Junio: Valses venezolanos y Un sueño en la floresta, de Antonio Lauro y Agustín Barrios
Venezuela y Paraguay celebran este año el bicentenario de su independencia. En Venezuela, la tradición de los valses se remonta al siglo XVIII incorporando elementos folclóricos, dándole con ello un nuevo carácter y dinamismo a esta danza. Del siglo XX destacan los valses de Antonio Lauro para guitarra. En Paraguay, destaca la figura de Agustín Barrios, un compositor y extraordinario guitarrista de origen guaraní que se llamaba a sí mismo Nitsuga Mangoré y el público apodaba “el Paganini de la guitarra”. Compuso más de trescientas obras de las cuales sobresalen aquellas basadas en danzas prehispánicas, sus valses y su hermosa Un sueño en la floresta. Además, éste año se cumplen cien años de las primeras grabaciones fonográficas de una guitarra, y fueron realizadas por el mismo Barrios. Por todos los tesoros robados y destruidos por los españoles en la Conquista, Latinoamérica como réplica, ha arrebatado a España la guitarra.

Julio: Sinfonía no.7 de Beethoven
La séptima de Beethoven cumple doscientos años. Una sinfonía que se caracteriza por su fuerte carga rítmica y una mayor complejidad arquitectónica tonal respecto a las anteriores. Para enfatizar el ritmo, las melodías son contenidas y pocas veces líricas. El segundo movimiento ha cautivado al público desde el día de su estreno. En él,  el primer tema, de carácter elegiaco, se va repitiendo pero con un acompañamiento orquestal que conforme avanza algo cambia, algo se agrega, acumulando así energía hasta llegar a un catártico clímax. El tercer movimiento es un scherzo avasallador que jala al escucha con sus acentos; es difícil no involucrarse con esta música. El cuarto y último movimiento es una forma sonata de una total exuberancia, una fiesta en grande que cierra con brío.

Agosto: Atmospheres, de Ligeti
Se cumple el cincuentenario de esta obra que es muy reconocida debido a que fue incluida en la banda sonora de la extraordinaria película 2001: A Space Odyssey de Stanley Kubrick. La obra impresiona por su inusitada textura sonora que es lograda por el uso de micropolifonía, una técnica desarrollada por el mismo György Ligeti que crea el efecto de movimiento lento y continuo en donde es difícil identificar el momento de cambio, como en lo visual pasa con las transformaciones de una nube.

Septiembre: Durations 3, de Morton Feldman
Otra obra que conmemora su cincuentenario. Consta de cuatro movimientos para tuba, violín y piano. En la partitura no hay indicación de tiempo ni hay barras de compases, por lo tanto, los ejecutantes determinan la duración de cada nota, lográndose con ello armonías o sonoridades en un lapso de tiempo sin sincronía. Feldman estaba muy influenciado por la pintura expresionista abstracta, en particular de la obra de Rothko: “Me interesa Rothko, que anula el concepto de las relaciones entre proporciones. No es la forma lo que permite a la pintura emerger… (Rothko) en el fondo, trata de mantener la tensión, o el estado, a la vez helado y en vibración”.

Octubre: Five Sacred Trees, de John Williams
Inspirado en los escritos del poeta británico Robert Graves, el conocidísimo compositor de música para películas, realizó esta obra de cinco movimientos en donde cada uno de ellos representa un árbol de acuerdo a la mitología celta. Llama la atención la utilización de instrumentos de aliento para la representación del árbol. Una obra para recordar de nuevo el Año Internacional de los Bosques.

Noviembre: Daphnis et Chloé, suite no.2, de Maurice Ravel
Ravel describió esta obra como una “sinfonía coreográfica”, se trata de la obra más grande de éste compositor. Es para orquesta completa, siendo un excelente ejemplo de impresionismo musical. Ravel es reconocido como uno de los más grandes orquestadores de todos los tiempos y ésta obra es la mejor a escuchar para cerciorarse de ello. En 1911, el compositor extrajo porciones de la obra y armó dos suites, siendo la segunda la más apreciada.

Diciembre: Sechs Kleine Klavierstrücke (seis pequeñas piezas para piano), de Schönberg
Este pequeño álbum de piezas marcan un momento decisivo en el arte de Arnold Schönberg y de la historia de la música. En ésta obra busca superar el estilo romántico e incluso, romper con la tradición para buscar nuevas formas de expresión. Las piezas fueron compuestas hace cien años en un solo día. Para entender algo de lo que traía en mente Schönberg, cito algunos puntos que redacta en una carta de 1908 dirigida a Busoni: “Mi meta: la completa liberación de la forma y los símbolos. ¡Fuera los trabajos motívicos! La armonía es expresión y nada más. Mi música debe ser breve”.

Me despido recomendando escuchar música en silencio, sin interrupciones, cómodamente sentado y con luz tenue, y deseando a todos, paz y felicidad duradera.

 

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